miércoles, 9 de junio de 2010

ENSEÑARNDO A COMER SANO

Enseñando
a comer sano

La responsabilidad que tienen los padres de enseñar a comer sano a sus hijos, suele convertirse en una carrera cuesta arriba cuando los progenitores poseen malos hábitos alimentarios. Idalia De León

La escena se repite con frecuencia en el hogar de María Luisa. Prepara la lonchera de su pequeña hija de dos años con cereales, yogur, fruta; todo lo indicado para seguir una dieta nutritiva. Durante la jornada laboral María Luisa almuerza, un día, una hamburguesa, otro día un sándwich; las frutas nunca son una alternativa para la merienda, y una gaseosa casi siempre sustituye un gustoso y alimenticio jugo de mango.

Contradictoriamente, María Luisa no quiere que su hija sepa que la dieta de su progenitora está muy lejos de la ideal. Y como tiene conciencia de que sus hábitos alimentarios influyen en los de su niña, se esfuerza, delante de ella, en modelar, aunque con mucho esfuerzo, el deber ser.

Esta doble vida la llevan adelante muchas madres conscientes de la importancia de enseñar a comer adecuadamente. El constante bombardeo en contra de la comida chatarra, y las alarmantes cifras de aumento de la obesidad infantil, está llevando a los padres de hoy a tomar en serio el reto de enseñar a comer. Reconocen que a la par de la tarea de enseñar a hablar y caminar, y de la responsabilidad de vestirlos y proporcionarles educación, deben incorporar la misión de mostrarles a sus hijos el camino de la buena alimentación.

Una vez que los chicos abandonan la etapa de amamantamiento, y del biberón, según sea el caso, se inician en el ejercicio de aprender a comer alimentos sólidos. Los padres, de acuerdo con la tradición cultural heredada, costumbres familiares o pura intuición, ejecutan la importante tarea sin calcular, generalmente, lo definitiva que es en la vida del futuro adulto. Inicialmente, asumen la responsabilidad siguiendo los parámetros que indica el pediatra, pero después, los hábitos existentes en el hogar (buenos o malos) se van incorporando poco a poco y terminan moldeando las preferencias del vástago. De hecho, un estudio sobre alimentación en niños publicado recientemente en la revista Pediatrics y que fue realizado por la Universidad Northwestern, sugiere que los niños que comen sano durante su adolescencia seguirán haciéndolo de adultos.

Claro que es fácil decir eso de “enseñar a comer sano”. La cantidad de obstáculos que tiene que sortear los representantes del niño durante el proceso son más de uno, y hacen que la tarea sea, la mayoría de las veces, difícil. Los mensajes publicitarios que promocionan golosinas y chucherías son una permanente provocación, sobre todo para los chicos que están en edad escolar. La vida escolar, esa primera importante experiencia de independencia que vive el niño, lo pone en contacto con una variedad de opciones que lo llevan a comparar su lonchera con la de sus compañeritos, a descubrir y poder elegir dentro eso que llaman cantina, lugar donde están todos esos sabores que tanto le gustan pero que sus padres racionan enérgicamente.

Sin embargo, puertas adentro, los padres y la familia en general, deben realizar un acto de contrición para evaluar cuál es el discurso que desarrollan en torno a la cocina. No olvide que el pequeño estará siempre en contacto con esa información e irá calcando en su cabecita lo que perciba del entorno. Recuerde las expresiones que usualmente utiliza y las costumbres que adopta la familia cuando se trata de alimentarse. Revise, por ejemplo, si permite que sus hijos entren en la cocina y se interesen en la preparación de los alimentos, si les ofrece un menú variado, si se esmera en preparar de diferentes maneras platos de un mismo alimento, o si por el contrario brinda una dieta monotemática y aburrida. Anote si realmente ofrece un menú balanceado.

Datos
l Prefiera siempre fruta
de temporada
l Evite los alimentos envasados, puesto que muchos de ellos no poseen cantidad de nutrientes suficientes, además de que poseen conservantes
y cantidades de sal y azúcar
no recomendables para
los niños
l Si es posible, sustituya
la margarina y la mantequilla
por el aceite de oliva
l Procure que el azúcar
que consuma el niño
proceda de las frutas
l No ahuyente a los niños
de la cocina. Motívelos
a participaren la preparación
de los alimentos, y explíqueles el recorrido que éstos siguen dentro del organismo.

Si no tiene una respuesta sensata para esta pregunta no se preocupe. Básicamente, alimentarse bien significa comer diariamente de todo un poco y respetando los horarios convenientes. Partiendo de esta premisa, en la dieta de un niño tendría que incluirse carbohidratos (pan, cereales, arroz, pastas), productos lácteos (leche, yogur, queso), frutas y vegetales, y proteínas producto de vegetales, carnes y pescado.

Lo sensato que puedan ser los padres en el suministro equilibrado de estos alimentos redundará no sólo en la nutrición del niño, sino en el desarrollo de una memoria gustativa que aceptará sin remilgos diferentes sabores y estilos de cocción.

A continuación, una serie de recomendaciones a tomar en cuenta en la tarea de enseñar a comer:

l La edad ideal para probar nuevos alimentos es entre el primer y el segundo año de vida. Lo ideal es que le enseñe la mayoría de los sabores adecuados, pues con el paso del tiempo es probable que rechace muchos de los nuevos sabores

ll Aunque es natural que se quiera mostrar firmeza y seguridad ante los niños, descarte de plano su deseo de ser radical. No se trata de prohibirle al chico que coma aquello que tanto le gusta, sino de negociar con él los días de la semana en que sí podrá comerlo. Felicítese si logra que merienden una fruta, en vez de chucherías

l Respete las porciones que el pequeño eligió comer. No se preocupe si un día comió poco o demasiado. Hay estudios que demuestran que los chicos logran, por sí mismos, tomar aquello que su cuerpo necesita. Esta premisa, claro está, no se cumple en caso de niños ansiosos (usualmente obesos) y que parecieran no saciarse nunca

ll No tema a la carita fruncida que muestre el niño cuando se le ofrece algo que nunca haya comido. De nada sirve que le repita la consabida pregunta “¿Cómo sabes que no te gusta si no lo has probado?”. Aquí se trata de insistir, pues no es otra cosa sino neofobia, el rechazo a los alimentos desconocidos. Si se trata de un bebé, preséntele el alimento a probar de manera separada, no lo mezcle con otros alimentos. En cualquier caso debe insistir, incluso, más de 10 veces

l La predilección que tiene el ser humano por lo dulce está comprobada científicamente. De manera que el acento debe ponerse en enseñar a comer comida de otros sabores. Acá repetimos la importancia de insistir cuando el niño manifieste rechazo por algún alimento

l No envíe señales contradictorias al niño. Por un lado, no insista en que coma algo que usted no come nunca. Si quiere que su hijo coma frutas, es momento de que empiece a comerlas usted también, y delante de él. No se trata de que usted le repita seguidamente lo importante que es para su desarrollo el que ingiera uno u otro alimento. Es importante que usted le modele el patrón que desee que repita

l También es necesario estar menos pendientes o insistentes sobre su alimentación para evitar que el momento de la comida se transforme en una “pulseada” o que sea un momento estresante en vez de uno de placer y encuentro familiar

l Por último, no se convierta en un padre o madre perseguidora. Evite que el momento de la comida se convierta en un castigo o en una penitencia para el chico. Procure siempre mantener la calma y buen humor durante la hora de comer. l


Ejemplos de menú
1 año 2 años 3 años
Desayuno
Leche con avena, granola infantil, cereal inflado, pan tostado con margarina y mermelada de frutas. Jugo o trozos de fruta
Desayuno
Huevo sancochado o rebanada
de pan acompañada de queso
y margarina.
Fruta en trozos
o jugo
Desayuno
Sándwich
o arepa
de queso. Frutas o vaso
de yogur
Media mañana
Vaso de leche y galleta
Media mañana
Fruta
Media mañana
Vaso de leche y galleta
Almuerzo
Fideos con queso, tomate y arvejas. Como postre se sugiere cuartos de manzana o pera con yogur. Agua o jugo de frutas, preferiblemente de la temporada
Almuerzo
Pollo guisado con arroz. Ensalada de zanahoria y repollo, aderezada con un poquito de mayonesa. Agua o jugo de frutas

Almuerzo
Pescado al horno

Cena
Hamburguesas caseras de carne o vegetarianas.
Frutas o jugo de fruta


Cena
Albóndigas de lenteja (falafel), acompañadas de vegetales
o verduras sancochadas.
Se sugiere auyama y zanahorias. También, maíz al vapor

Cena
Sándwich
con queso
y jamón de pavo.
Jugo de fruta

Antes de acostarse
Vaso con leche
Antes de acostarse
Vaso con leche
Antes de acostarse
Vaso con leche

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